martes, 11 de enero de 2011

2011: Mierda number 1

Llevaba yo un tiempo sin dejarme caer por esto de los lares blogueros, y pensaba que ya era hora.
Después de una entrada en el año muy divertida, después de los regalos de Navidades (que son básicamente 3: The Sandman; Los muertos vivientes; y una tabla nueva de skate, deporte al que le he vuelto a pillar las ganas), después de una de las peores vueltas al cole de mi vida (sí, peor que la de septiembre del 2010), he decidido empezar con un nuevo tipo de entradas, a las que muy ilustrativamente voy a llamar: MIS MIERDAS, que van a ir siempre en la categoría de relatos y escritos, ya que son esas pequeñas ideas que se me vienen a la cabeza cuando lo que tengo más cerca es el ordenador y me da pereza escribirlas en plan bien, repasándolas, releyéndolas, repitiéndolas y reescribiéndolas. No. Son simples ideas en bruto, que distan mucho de la calidad de mis otros relatos (sí, voy a tener la poca decencia de creérmelo un poco y pensar que lo que sale de mi cabeza/mano tiene un mínimo de calidad) pero que dejo por aquí para el simple esparcimiento, y que normalmente van acompañadas de una canción, no muy cuidadosamente escogida, de acompañamiento.


(BAM! mi "pequeña" nueva tabla)


MIERDA nº 1

Muevo las piernas como un autómata con una dirección prefijada. Los ojos se me cierran. Con un gran bostezo les enseño el esófago a mis nuevos vecinos. En el vagón, a parte de mi, están sentadas otras cuatro personas, y una más de pie.
En el asiento de enfrente, un hombre que ronda los 40 años lee un libro de la biblioteca. Al tiempo que sigue las líneas con los ojos, mueve ligeramente los labios, sin emitir sonido alguno. Debe de ser una historia graciosa, porque cada dos minutos una sonrisa asoma a su cara, a veces acompañada de una carcajada.
Un par de asientos a la derecha (puerta de acceso incluida), una pareja, de unos 80 años cada uno. Ella, con el pelo cardado y teñido de un granate intenso, que no logra cubrir las canas de las raíces, los labios pintados del mismo color, y un abrigo de piel de algún animal grande y lanudo. Él, con una frente que le abarca hasta la nuca, pero unas cejas que suplen toda la falta de pelo que pudiera sufrir en lo alto de la cabeza.las arrugas de la cara profundizan, llegando a un nivel muy superior al del resto de los mortales, los ojos apenas asoman tras unos párpados cansados, y las manos, consumidas, sujetan un paquete envuelto en papel de colores que supongo irá destinado a algún nieto afortunado.
De pie, agarrado a una de las barras del techo, un joven, con la melena desaliñada y una sombra de barba en el cuello escucha música en unos cascos verdes, que a la vez le ayudan a controlar las greñas. Más abajo podía ver como se golpeaba el muslo con la mano libre, siguiendo el ritmo que entraba por sus orejas, y acompañándolo con el pie, que subía y bajaba acorde a los toquecitos de la pierna.
Ya en el fondo del vagón, un mendigo, con un abrigo del Decathlon con unos cuantos años (y vómitos) encima, se sentaba en el suelo. Desde mi posición solo alcanzaba a ver su barba mal recortada, sus manos, que descansaban sobre lo que parecía un cartón de vino a la altura del pecho y unos ojos hinchados. Los ancianos, nada más subir al vagón, se habían alejado de él todo lo posible. El hombre de aspecto risueño no levantaba los ojos del libro, y el joven que estaba de pie se centraba en seguir la música. Yo, por mi parte, los observaba a todos.
Por fin llegamos a la última parada, y todos los del metro nos dirigimos a las puertas, menos el vagabundo. Al ver que intenta levantarse sin mucho resultado, me acerco a él. Le tiendo la mano. La mira con incredulidad. Finalmente, tras la sorpresa, la atenaza con fuerza, se incorpora y sale conmigo. Me da las gracias, yo le digo que no se merecen, me vuelvo a enchufar el auricular a la oreja y subo por las escaleras.
Me pregunto a dónde irá cada uno de mis acompañantes, por qué irán allí y cuándo volverán. Supongo que nunca lo sabré...


PS: Me he leído hasta ahora los 3 primeros tomos de Los muertos vivientes, y debo decir que es uno de los mejores regalos que podía pedir. Me lo he devorado en 3 días, y porque hacía cosas de por medio, que si no ni siquiera. Tengo ganas de terminar mis lecturas de la 2ª evaluación y poder retomar esta maravilla, así como The Sandman, otra preciosidad de la que en su día me leí el primer tomo de la recopilación y acabé más que maravillado...

4 comentarios:

  1. Pues menos mal que es un texto crudo.
    El día que encuentres "tu" historia y acabes tu novela voy a disfrutar un montón.

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  2. ufff cuando ese día llegue, solo por llegar, el que más va a disfrutar voy a ser yo =)

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  3. Bueno, muy bueno, merece la pena esperarte para leer cosas así, pero no seas tan "huevon" y ven más.
    Besitos.

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  4. ¿Y este tuenti es una mierda? Anda y vete a la idem, hombre. :)

    Vale que esté sin resivar, y todo lo que tú quieras. Pero lo cuenta es la verdad de uno. Prefiero mil verdades como esta, a un libro pretencioso. Llámame raruno, si quieres.

    PD: soy Isra. Que me da pereza loguearme en blogger solo para subir el comentario. ¡Saludete!

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