miércoles, 11 de agosto de 2010

Todo y nada es "posimposible"

Ya sé que he tardado bastante en escribir algo desde la última vez. Sí, es tarde, no sólo por la cantidad de días que llevo sin escribir nada (por aquí), sino también por la hora que es. Y es que últimamente me he vuelto un extraño ser nocturno cutre, que no duerme, pero tampoco sale por ahí (a ver si ahora que empiezan las fiestas de mi barrio eso cambia...). Y a pesar de pasar tanto tiempo despierto y de vivir con el reloj interno hecho polvo, no he hecho nada. Soy un jodido ermitaño que va de aquí para allá sin hacer nada.
Pero estoy dispuesto a recuperarme. Y voy a empezar contando mi paso por Galicia: un rollo. Entre que estaba casi siempre cuidando de mi hermano, que no conocía a nadie de mi edad y que mis habilidades sociales se quedan a cero ante la cantidad ingente de chulos-de-playa que pueblan nuestro litoral, ha sido un coñazo. Y eso sin contar las navajas (marisco, no confundamos, aunque para el caso son igual de tocamorales), con las que me he cortado como unas cinco veces (sí, exagero) en la planta del pie.
Bueno, mi estancia allí me ha dado tiempo para muchas cosas: para pensar; para perfilar algunas ideas para relatos (de las cuales estoy desarrollando una); y para empezar a salir a correr diariamente. Por cierto, aquí dejo una cosilla que escribí hace algún tiempo. Una especie de metáfora extraña que se me metió entre ceja y ceja durante una temporada.

Llevo toda mi vida pasando por esa calle. Vale. No es justo. Sólo tengo 17 años y mi vida es corta, pero llevo pasando por ella desde que tengo memoria, y para mí eso es mucho tiempo. Al principio no pasaba mucho, seguramente de forma casual, sin casi darme cuenta. Era joven, o por lo menos más joven que ahora, e inconsciente. Pasaba por ella, la cruzaba y salía a otra calle, o a una plaza, sin siquiera entender que esta calle era especial. Conforme he ido creciendo he ido pasando por ella con más asiduidad, y he ganado consciencia del tipo de calle que es. Nunca lo entendí del todo, pero a medida que crecía, iban apareciendo pistas, indicios de sus cualidades y características, de modo que empecé a sospecharlo. A día de hoy paso todos los días por esa calle, la recorro de extremo a extremo, unas veces por una acera, otras por la de enfrente. Me paso el día en ella, me siento en los bancos a observar a la gente que, como yo, pasa por ella. Unos felices, los otros tristes. Unos afortunados, los otros con mala suerte.

Unos pasan por ella conscientes de su situación. Los otros, inconscientemente.

PS: "Siempre tenemos que atrevernos a llegar lo mas lejos que podamos, sobrepasando tanto lo posible como lo imposible. Hay que llegar hasta el punto en que estos dos conceptos se dan la mano: Porque recordad, todo y nada es posimposible."

No hay comentarios:

Publicar un comentario